El ParaÃso (parte 1 de 2)
Descripción: Una lección de dos partes que ofrece una visión del ParaÃso y lo que contiene para el creyente, con referencia en el Corán y en los dichos del Profeta Muhammad (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él). Parte 1: Definición y tipos de felicidad, y el deseo del ParaÃso como un factor significativo para motivar el comportamiento del musulmán y su sentido de la felicidad.
PorImam Kamil Mufti
Objetivos
· Aprender la definición y los tipos de felicidad.
· Comprender que el deseo por el ParaÃso es un factor significativo que motiva al musulmán a realizar buenas obras.
· Familiarizarse, por medio de un modesto preludio, con la naturaleza de los jardines del ParaÃso.
Términos árabes
· Sunnah: La palabra Sunnah tiene varios significados según el área de estudio; sin embargo, el significado que generalmente se le atribuye es: palabras, acciones y aprobaciones del Profeta.
¿Qué nos impulsa? ¿Qué nos hace hacer las cosas que hacemos? ¿Qué nos hace felices?
Mucha gente responderá que maximizar el placer y minimizar el dolor es la máxima clave para la felicidad humana.
Si es asÃ, ¿cómo es que la gente puede ser feliz en el dolor e infeliz mientras experimenta placer? Si el placer no es la única fuerza que nos motiva, ¿qué es? ¿Qué deseos debemos cumplir para vivir una vida feliz?
Para la mayorÃa de quienes ven la felicidad en lo material en vez de en lo espiritual, es bastante básico: el deseo de evitar el dolor y la ansiedad, el deseo de pasar tiempo con la familia, el deseo de comer, el deseo de tener gratificación sexual, el deseo de compañÃa y el deseo de reconocimiento, por nombrar algunos.
La vida para tales personas puede ser agotadora, provocando la simple pregunta: ¿Qué es lo que realmente buscamos? En su búsqueda de la felicidad, muy a menudo las personas no logran alcanzar ningún tipo de paz interior. Pensamos que al llegar siempre más alto y lograr más, más dinero, un cuerpo mejor, la pareja perfecta, automáticamente seremos felices. Eso es una ilusión. Las personas quedan atrapadas persiguiendo el sueño materialista bajo la ilusión de que el dinero puede comprar la felicidad, hasta que descubren los lÃmites del materialismo. Impresionar a los demás y provocar envidia por las posesiones nos deja desprovistos de pasión y profundidad en nuestras vidas, lo que nos lleva a la "paradoja del hombre moderno": hambre espiritual en una época de abundancia.
¿Cuál es la paradoja? En pocas palabras, es la siguiente: a medida que los miembros de ciertas sociedades materialistas se han enriquecido, se han vuelto menos satisfechos con sus vidas. Ninguna sociedad en la historia del mundo ha disfrutado del nivel de vida alcanzado hoy en dÃa en estas sociedades: los ingresos aumentan, los precios se mantienen estables, el desempleo baja, la esperanza de vida aumenta; disfrutan de más libertad y oportunidades que nunca, incluso sus pobres viven bien para los estándares mundiales. Sin embargo, en Estados Unidos, por ejemplo, desde 1960, la tasa de divorcio se ha duplicado, el suicidio de adolescentes se ha triplicado, el crimen violento se ha cuadruplicado, la población carcelaria se ha quintuplicado y algunos censos consideran que la incidencia de depresión en el año 2000 es diez veces mayor de lo que era en el año 1900. Los estadounidenses están menos felices hoy que hace 40 años, a pesar de que ganan 2.5 veces más dinero. Nuestros estómagos pueden estar llenos, pero nos quedamos espiritualmente hambrientos.
Para descubrir qué es lo que realmente impulsa el comportamiento humano, se deben distinguir dos tipos de felicidad: la felicidad de sentirse bien y la felicidad basada en el valor. La felicidad basada en sentirse bien es un placer basado en la sensación. Cuando bromeamos o comemos nuestra comida favorita, experimentamos la felicidad del "sentirse bien". Este tipo de felicidad rara vez dura más de unas pocas horas.
La felicidad basada en valores es una sensación de que nuestras vidas tienen un significado y cumplen el propósito más amplio y extenso de nuestra existencia al conectarnos con Allah. Esta representa una fuente espiritual de satisfacción, derivada de nuestros propósitos y valores más profundos. Al vivir una vida consciente de Dios enraizada en los valores del Coran y de la Sunnah, un musulmán se ve conducido ―más allá de los placeres sensuales― por el deseo de conseguir el ParaÃso y estar a salvo del Infierno después de la muerte.
Los valores islámicos que llevan a una persona hacia el ParaÃso y lejos del Infierno son los factores más importantes para motivar el comportamiento de un musulmán y para contribuir con su sentido de la felicidad. El deseo de alcanzar el ParaÃso en el más allá le devuelve el significado de la vida, superando todos los demás deseos, para traer un sentido de dirección. Un estilo de vida vacÃo centrado en la riqueza, las posesiones, las drogas, el alcohol y el sexo es reemplazado por la esperanza de llegar al ParaÃso, por un sentido de conexión con la creación de Dios y por una vida de devoción a Allah en lugar de riquezas y posesiones. La persona está enfocada en complacer a Allah incluso a costa de la desaprobación de sus semejantes. Hay que recordar que la joya del ParaÃso está velada por las dificultades.
¡Para ser feliz, despierte de los sueños materialistas y comprenda que nada, excepto Allah, Único, es capaz de satisfacer al ser humano!
La máxima satisfacción será alcanzar nuestro objetivo final: el ParaÃso; no en este mundo, donde somos como viajeros y extraños. El ParaÃso no es la residencia de Dios, o un estado espiritual donde uno se convierte en parte de Dios, como algunos piensan erróneamente. El ParaÃso es una residencia espiritual y fÃsica de placer en la que todos los sentidos se gratificarán al máximo. Es una morada de múltiples disfrutes para los fieles, sus habitantes no sentirán el más mÃnimo dolor o tristeza. Un lugar donde finalmente se alcanzarán todas las aspiraciones.
Jardines islámicos
El Yanna (un hermoso jardÃn) ha inspirado belleza a lo largo de la historia, algo que se puede ver claramente en los hermosos jardines que estaban presentes en todo el mundo musulmán, como los de Persia, España e India, diseñados tÃpicamente como una especie de escape o tranquilo aislamiento del mundo exterior. Las obras hidráulicas y las fuentes eran elementos comunes en los jardines de los musulmanes por su belleza fluida y su sonido relajante. También se usaban elementos decorativos artificiales en los jardines islámicos, incluyendo la creación de parterres en forma de alfombra, y árboles artificiales y flores hechas de piedras y metales preciosos.
Por generaciones, estos jardines representaban una especie de arte sagrado, cuyo objetivo era hacer que el visitante sintiera cercanÃa con Dios. Hoy en dÃa, los jardines islámicos en la tierra son como las sombras del verdadero ParaÃso. Estos jardines sirven como recordatorios a la humanidad de la morada celestial a la que los justos retornarán.
La sombra es proporcionada por toldos y pabellones. Se enfatiza la creación de un espacio que complace todos los sentidos. Las fragancias son una caracterÃstica común de los jardines musulmanes, y se colocan hierbas aromáticas en macetas para cumplir con este rol. La terraza proporciona un espacio para enseñar y relajarse. Los jardines musulmanes nunca contienen estatuas, fuentes de piedra tallada con figuras o esculturas representativas. El Islam no permite el uso de tales imágenes. Algunos jardines musulmanes son tan famosos por su belleza que son visitados por gente de todas partes del mundo para disfrutar de su tranquilidad. Entre ellos se encuentran el jardÃn del palacio Alhambra en Granada, España; el jardÃn del palacio Jag Mandir en la India; y el jardÃn de la residencia Major Elle en Marrakech, Marruecos.
Los exuberantes jardines creados por los musulmanes son inspiraciones hechas por el hombre para un ParaÃso terrenal. Un refugio secreto aislado del mundo exterior, un lugar de tranquilidad, meditación, reflexión y oración. Un modesto preludio de lo que vendrá para los creyentes en el más allá.